Es producto de varios siglos de actuaciones que comienzan en el siglo XV y culminan en la última década del siglo XVIII y los primeros años del XIX.
Durante el siglo XV y comienzos del XVI, los vecinos de Ircio construyeron, sobre un primitivo templo románico del que nada resta, uno gótico al que pertenecen los dos primeros tramos y la portada orientada al sur, relacionada con la arquitectura religiosa del reinado de los Reyes Católicos y cegada a finales del XVIII. A partir de 1794, el arquitecto vitoriano Nicolás de Aramburu amplió el edificio añadiéndole dos tramos y levantando la gran torre-campanario neoclásica, que sustituyó a otra anterior sirviendo también de pórtico de entrada.
Toda la obra está construida con buena piedra de sillería al exterior, apreciándose claramente por el color de ésta los dos momentos constructivos. En el interior, el buen sillar se sustituye por sillarejo, lógico ahorro porque estos muros estuvieron recubiertos por yeserías pinceladas que recientemente han sido picadas.
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