Construida en las últimas dos décadas del siglo XVI por la familia Ribaguda, y propiedad en el siglo XVII del matrimonio formado por Antonia de Ribaguda y Francisco Gil Delgado, de los Gil Delgado, más tarde Condes de Berberana. Debe su nombre a las cadenas de hierro que penden sobre su acceso, concedidas por el rey Fernando VII en 1828 como recuerdo tras alojarse en el edificio.
No fue tal estancia la única aportación del inmueble al anecdotario histórico: en 1660 descansó en él la infanta María Teresa, quien viajaba a la isla de los Faisanes, y el 16 de agosto de 1837, en plena contienda carlista, fue asesinado en su zaguán el Segundo General en Jefe del Ejército Liberal, Rafael Ceballos Escalera, a mano de las tropas amotinadas que reclamaban el cobro de su soldada. El “castigo ejemplar” que el General Espartero aplicó a los responsables del crimen -fusilados en la “Venta del Rojo”- permanece aún en la memoria colectiva local.
En su diseño imita a los hermosos palacios renacentistas italianos, subrayando el piso noble mediante el empleo de sillares almohadillados regulares y de un balcón corrido a lo largo de toda la fachada. Esta responde a una evidente voluntad de simetría, mezclando estructuras renacentistas con huellas anteriores tales como los portones rematados por arcos de doble conopia y las ventanas de similar factura del primer piso, que contrastan con la linealidad de los tres vanos del piso superior.
La construcción fue ampliada en el siglo XVIII, levantándose algunos anexos en su parte posterior.
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