El antiguo Convento de San Francisco -sujeto a los más diversos episodios a lo largo de su dilatada historia- recaló en la Congregación de los Sagrados Corazones, que lo convirtió a partir de 1880 en un activo núcleo docente, tras realizar una ambiciosa ampliación del conjunto arquitectónico. Antes, había sido convento franciscano, objeto de donaciones de las más acaudaladas familias mirandesas, centro de votación de los mandatarios locales hasta el siglo XVIII en jornadas electorales que se celebraban anualmente el día de Cuasimodo, hospital durante la Guerra contra la Convención Francesa, propiedad privada como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal...
Su iglesia y claustro fueron construidos en la segunda mitad del siglo XVI y a lo largo del XVII, con arreglo a canones del Renacimiento y Barroco. La iglesia -con planta de salón de una sola nave, dividida en cinco tramos, con amplias capillas entre los contrafuertes- presenta una cabecera ochavada. Construyeron el crucero y el claustro los canteros Domingo de Iturrieta, Martín Ibáñez, Domingo de Ugalde y Pedro de la Torre Bueras. Juan y Miguel Martínez levantaron la nave, pórtico y espadaña a partir de 1693.
El prestigioso Colegio, creado, como se apuntaba, en 1880 por los padres Wilfredo Muller y Bernardo María Garric y los hermanos Agapito Polissei y Ludgero Kimdermann, introdujo en la enseñanza mirandesa influencias naturalistas, que al tiempo se implantaban con fuerza creciente en los sistemas educativos de Alemania, Francia y los Países Bajos.
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